Ciudad Blanca
Este título obedece a que durante la mayor parte del siglo XX los frentes de las casas y casi todos los edificios públicos estuvieron pintados de color blanco. Sin embargo, en las décadas posteriores a 1980 el apelativo de Ciudad Blanca empezó a caer en desuso tras los hallazgos de diversos estilos de l en varias fachadas del centro histórico, que quedaron al descubierto a raíz del terremoto de 1983. Aunque en la mayoría de las construcciones coloniales impera todavía el color blanco, muchos arquitectos restauradores han decidido recuperar colores que en su opinión reflejan la cara más auténtica de la ciudad colonial original. Esta decisión causó inicialmente controversia entre algunos sectores de opinión, pero en los años posteriores la iniciativa ha alcanzado un mayor apoyo. Así, algunas fachadas del casco antiguo de Popayán muestran hoy tenues tonos diversos tales como ocre, azul claro y amarillo, entre otros.
Puente del Humilladero: Construido en 1873 sobre arcos de ladrillo y calicanto, según diseños del religioso italiano Fray Serafín Barbetti y de un ingeniero alemán cuyos restos momificados se conservan en el Museo Arquidiocesano de Arte Religioso de la ciudad. Entre el centro de la ciudad y el barrio El Callejón (hoy barrio Bolívar) existe una falla en el terreno que antes de la construcción del puente hacía extremadamente difícil la subida al centro; por esta circunstancia, la gente subía inclinada, casi de rodillas. Así se originó el nombre del puente del humilladero. Este puente consta de doce arcos de medio punto, siendo los centrales más anchos que los restantes. Durante mucho tiempo fue una de las entradas principales de la ciudad; por él ingresaron los ejércitos libertadores durante la gesta de la independencia. Su genial diseño y la robustez de su construcción le han permitido salir incólume de numerosos movimientos telúricos.
Torre del Reloj: Símbolo por antonomasia de la ciudad. Denominada La nariz de Popayán por el Maestro Guillermo Valencia. Fue construida entre 1673 y 1682, utilizándose para ese propósito noventa y seis mil ladrillos. El reloj, de fabricación inglesa, fue colocado en 1737. Su mecanismo funcionaba por la acción de dos pesas de plomo que fueron cambiadas por Antonio Nariño en las lides de la independencia en 1814, cuando se requería el metal para fabricar munición. Después del terremoto de 1983, el reloj fue restaurado y puesto nuevamente en funcionamiento por la misma compañía inglesa que lo fabricó.
Capilla de Belén. Por encontrarse ubicada sobre el cerro del mismo nombre, desde esta capilla se puede apreciar una vista panorámica de la ciudad. A la capilla se sube por los llamados “quingos”, una serie de escalinatas en piedra que permiten un agradable ascenso al mirador de la ciudad. En 1717 se entronizó en esta capilla la imagen del Santo Ecce Homo, patrono de la ciudad. Adyacente a la iglesia se yergue una cruz de piedra de cantera de 1789, a la cual se le atribuyen muchas leyendas. La iglesia original fue reemplazada completamente por una nueva estructura luego del terremoto de 1983.
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